Una escritura en movimiento. Ese es el régimen literario de Mario Bellatin, escritor mexicano de padres peruanos. El también abstemio en tecnología, volvió a nuestro país para presentar en la Feria Ricardo Palma su última obra: Diwan Bellatin. Y CARETAS aprovechó la licencia para abordarlo.
- Literariamente hablando, ¿qué tanto ha cambiado Mario Bellatin desde el inicio de su carrera hasta la actualidad? ¿desarrollaste un vínculo positivo con la tecnología? ¿siguen vigentes tus hábitos como el de escribir en todo momento o el de ritualizar la soledad para sofisticar la creación?
Quizá todo estuvo resuelto a los ocho años. Cuando vi que yo había hecho posible la aparición de una frase en letra de molde al utilizar por primera vez una máquina de escribir. Allí estaba instalado mi yo. En ese lugar y no en mi cuerpo. En esas letras impresas y no en mi persona, que carecía, carece, de la menor importancia. Con el tiempo, la aparición y sofisticación de la tecnología quizá vino a arruinar un poco las cosas. Tal vez por eso regresé con frecuencia a mi original máquina de escribir, para allí dar rienda suelta al placer de crear una serie de textos carentes por completo de sentido. O de un sentido que no creo interesen a nadie, menos a mí mismo.
- Háblame más sobre tu último libro, Diwan Bellatin. ¿Es también una obra-insumo para esa gran obra donde planeas conectar a toda tu producción?
Pues ese libro me da la impresión de ser parte de una escritura más grande que la presente en ese volumen. Trato de utilizar la forma Diwan porque siento que es la que mejor se adapta para albergar un ejercicio que pretende tanto escapar a los géneros como encontrarse en constante movimiento. En este diwan en particular intento poner a dialogar dos textos: El Palacio y Un Kafkafarabeuf. Los coloco a manera de espejos. Los dos hablan de lo mismo. Para algunos puede tratarse de un mismo libro vuelto a contar.
- ¿Sigue vigente el poder transformador de la literatura? ¿crees que lograste este efecto en tus lectores, tal vez con Salón de belleza, tu apuesta orwelliana?
Siempre he pensado que la literatura no debe estar al servicio más que de ella misma. Ignoro el efecto que pueden haber causado mis libros en algún lector. Lo que sí creo es que sigue en peligro la libertad de vivir, lo demás ya parece ganancia.
- También comentaste que buscabas tus raíces literarias y tiempo después que no estás interesado en ser escritor, ¿esta contradicción y tu fuerza experimental te mantuvo vigente?
Si comenté eso debo decir que jamás encontré ninguna raíz. Soy escritor porque escribo. Tratar de mantener la escritura en movimiento no creo que sea experimentación, sino deseo de no caer en el aburrimiento de hacer las cosas como supuestamente deban hacerse o como ya las hice en algún momento.
- ¿Cómo percibes el papel del escritor en la actualidad, considerando el entorno comercializado y globalizado? ¿Es más fácil entrar al circuito?
Dentro de ese contexto escribir lo veo como una acción totalmente fuera de foco. Ni el libro más vendido puede siquiera ser considerado como parte del mercado. Creo que alguna vez dije que la verdadera grandeza del monstruo está en su no darse cuenta.
- ¿Ya tienes en mente o en proceso algún próximo libro?
Siempre he estado escribiendo el siguiente y único libro. Nunca he dedicado un ciclo a determinado libro, sino que poco a poco un grupo de textos han ido encontrando su manera de formar determinadas estructuras.