Alejandro Toledo (77) y Pedro Castillo (54) tienen mucho en común. Ambos provienen familias humildes del interior andino. Ambos llegaron a la Presidencia en momentos de crisis. Ambos tuvieron un gobierno marcado por escándalos de corrupción y familiares entrometidos. Y ambos terminaron en Barbadillo, el “penal presidencial”.
Incluso el origen político de ambos es el mismo. Antes de integrar las filas de Perú Libre, Pedro Castillo fue militante de Perú Posible, el partido que encumbró a Toledo a la jefatura del Estado en el 2001 y que sirvió de vehículo para que un desconocido profesor postulara sin éxito a la alcaldía de Anguía al año siguiente.
Después de probar las mieles del poder, ambos expresidentes viven una realidad distinta en Barbadillo. Una realidad alejada de las portátiles y los palacios y más bien cercana a la enfermedad y la soledad.
Los problemas de salud de Castillo ya eran conocidos. CARETAS reportó que, durante su mandato, personal de la Clínica La Luz visitaba Palacio de Gobierno en la madrugada por los supuestos ataques de pánico que sufría. Su abogada Indira Rodríguez declaró a la BBC que el estar lejos de su esposa, Lilia Paredes y sus hijos Arnold y Alondra había provocado que la salud mental del exmandatario “toque fondo”. “Ha empezado a sufrir ataques de pánico y pesadillas”, dijo en aquella entrevista de marzo del 2023.
Un reporte de visitas conseguido por CARETAS evidencia que, entre diciembre del año pasado y fines de enero del 2024, fue visitado por seis médicos; entre ellos, un traumatólogo, un neurocirujano, un cardiólogo, un audiometrista y un odontólogo.
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